¿Eres de las que “mañana comienzo” está entre sus frases más utilizadas?
¿Sueles decir “mañana comienzo” y nunca llega el momento de comenzar?
Tanto si has contestado un sí rotundo como si te has quedado pensando un momento estas preguntas…, este artículo es para ti.
¿Qué repercusión tiene sobre ti el hecho de decir “mañana comienzo”?
Cuando tu cerebro recibe este mensaje automáticamente entiende que en este justo momento no tengo que hacer nada que me requiera un esfuerzo, que ahora mismo lo aplace, que no es algo importante,…
En realidad, cuando decimos eso es porque en el fondo sabemos que es algo que nos cuesta mucho trabajo hacer y que ya si eso lo dejamos para otro día a ver si con un poco de suerte es más fácil.
¡Qué forma de autoengañarnos! ¡de autoboicotearnos! ¿te das cuenta?
Mañana te costará igual o quizás más porque ya hoy has hecho a tu cerebro un poco más cómodo que ayer.
“Mañana comienzo” son dos simples palabras que juntas tienen mucha fuerza. Juntas hacen que la confianza en ti misma se debilite, que los sueños a largo plazo se vean inalcanzables y que tu fuerza de voluntad se mine.
¿Qué hay detrás de ese “mañana comienzo”?
Pereza hay seguro, pero si rascamos un poco más, tal vez haya miedo a no ser capaz de conseguirlo, inseguridad porque otras veces no te ha salido bien,… Creencias limitantes del tipo: “soy incapaz de ser esa que quiero ser”, “no es posible que yo pueda conseguir esto que me encantaría, “quién soy yo para merecerme… estar más delgada, más saludable, un trabajo que me guste y gane mucho dinero, una casa limpia y ordenada, una pareja que me quiera, etc.»
Y por “muy gracioso” que quede este “mañana comienzo” en tus conversaciones con amigas, en el fondo sabes que tú no quieres estar donde estás ahora y que te gustaría ser esa otra que tanto deseas, o que te gustaría vivir otro tipo de vida a la que estás viviendo ahora.
¡Te entiendo taaaaaaaaaaaaaaantooooo!!
Ya lo he dicho otras veces, pero lo repetiré las veces que hagan falta: no somos eternas. No amiga, no. No sabemos el tiempo que vamos a estar aquí en esta vida: si van a ser 10 minutos más (espero que sí para que te dé tiempo a leer este artículo 😅), 5 días, 5 años o 50. No lo sabemos. Así que vamos a dejar a la víctima a un lado y vamos a sacar a la jefa.
Vamos a coger al toro por los cuernos, a coger el volante de mi vida, es decir, a ser responsable de lo que me pasa, de lo que hago, de lo que no hago, de lo que decido. Vamos a darnos cuenta en qué punto estamos de nuestra vida en todos los sentidos (trabajo, familia, dinero, amor, ocio, crecimiento personal,…) y vamos a describir al máximo detalle quién es esa que quiero ser y cómo es esa vida que realmente quiero vivir.
Y esto justo es lo que yo hago en las sesiones de coaching con mis mujeres: acompañarlas en todo este proceso desde un punto a otro, desde donde estoy hacia donde quiero estar, establecer objetivos muy muy concretos, medibles, alcanzables, realistas y temporalizables.
El coaching te ayuda a darte cuenta de qué herramientas dispones, qué es lo que ahora mismo te está frenando; y te ayuda a establecer un plan de acción, ya que sin acción no hay movimiento y sin movimiento, no hay cambio. Y una de las cosas más importante en los procesos de coaching, y sin la cual este cambio no sería posible, es el compromiso, o lo que decíamos antes, la responsabilidad. Tú, y solo tú, eres la que puede conseguir pasar de un punto a otro de tu vida. Nadie más.
Si aún así ves que en este momento no eres capaz (y lo pongo en negrita porque que no te veas capaz ahora no quiere decir que no lo seas) yo te puedo acompañar.
Puedes reservar una sesión de valoración gratuita y hablamos. Estaré encantada de escucharte y de ver juntas si un proceso de coaching es lo que ahora mismo necesitas.
Recuerda: ¡No somos eternas!
3, 2, 1, ¡acción!