DOS PREGUNTAS QUE ME CAMBIARON LA VIDA

“Mamá, ¿y tú hasta cuando vas a vivir?”

Esto fue lo que me dijo mi hija Lola cuando tenía 5 años.

Os podéis imaginar mi cara, las millones de cosas que se pasaron por mi mente y el nudo que sentí en el estómago.

“Hasta los 120, Lola”

Eso fue lo primero que salió de mi boca.

No sé los segundos que tardé en contestarle. Para mí fue una eternidad donde un montón de pensamientos bombardearon mi cabeza.

¡Cuánto le agradeceré esta pregunta siempre!

Esta pregunta me hizo despertar. Me hizo darme cuenta de que lo que yo realmente quería era vivir el mayor tiempo posible, en las mejores condiciones físicas y mentales posibles, para estar el mayor tiempo posible con mis hijas. Y si yo quería eso, no lo conseguiría si seguía haciendo lo que hasta ese momento estaba haciendo: ir con prisas, comer rápido y mal, no tener tiempo para mí para cuidarme, para hacer cosas que me gustan, para descansar,… 

No paraba. Vivía en piloto automático, en un contínuo hacer, hacer y hacer.

Esta pregunta me hizo parar. Y desde esa parada pude observarme, escucharme, sentirme,… No me gustaba ‘la Estela’ del 2019. Yo no quería ser esa, yo quería ser otra Estela. Así que comencé mi camino de autoconocimiento y crecimiento personal. Comencé a leer, a escuchar podcasts, a buscar información sobre cómo tener más energía, cómo vivir muchos años, me inicié en el yoga, en la meditación, en la escritura,… comencé a investigar sobre quién era porque no sabía quién era (aún sigo indagando).

Y así, poco a poco fui resolviendo muchas preguntas sobre mí en esa época y fui definiendo, diseñando y visualizando mucho a esa Estela que yo quería ser.

Fue entonces cuando me topé con la segunda pregunta que también me removió todo: ¿Cómo te ves dentro de 5 años?

Cerré los ojos y dejé que esa pregunta resonara en mi cabeza.

“¡Ostrás! Dentro de 5 años, si sigo haciendo lo que estoy haciendo (trabajando donde estoy trabajando, llevando el ritmo de vida que estoy llevando, viviendo donde estoy viviendo,…) no me gusta nada la vida ni ‘la Estela’ que veo.”

Llegada a ese punto me di cuenta que ya sabía todo lo que tenía que saber, ya sabía cómo hacerlo, quién quería ser, cuál era mi punto de partida y mi punto de llegada. Ahora solo me faltaba tomar acción. 

Y es aquí donde empiezo a tatuarme en mi mente uno de mis mantras favoritos que me acompaña y repito toooooodos los días: “3, 2, 1, ¡acción!” 

Gracias por leerme.

Me encantará saber qué te ha parecido. Lo puedes hacer en comentarios.

Ya sabes, hay veces que no necesitamos saber más. Necesitamos actuar:

3, 2, 1, ¡acción!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.