Cuando hablamos de coaching, casi siempre pensamos en alguien trabajando su propio proceso personal: conocerse, ganar confianza, aprender a decir que no, marcarse objetivos… Pero hay otra cara menos conocida y muy potente: el coaching de equipos.
Porque ojo, una cosa es trabajar juntos y otra muy distinta es ser un equipo. Y cualquiera que haya estado en una reunión eterna, en un grupo de WhatsApp del trabajo o en un proyecto donde parece que nadie rema en la misma dirección… sabe perfectamente de qué hablo.
Entonces, ¿qué es?
El coaching de equipos es un acompañamiento para que un grupo de personas pase de ser “gente que trabaja en lo mismo” a ser un equipo de verdad.
Un espacio para hablar claro, escuchar sin estar a la defensiva, aprender a confiar y encontrar formas nuevas de relacionarse.
No es terapia de grupo, no es un curso teórico, y tampoco es un “vamos a echarnos las culpas unos a otros”. Es un proceso práctico y muy real para mejorar la comunicación, la confianza y los resultados.
Las 5 disfunciones que frenan a cualquier equipo
Patrick Lencioni, un experto en esto, dice que los equipos suelen tropezar siempre con las mismas piedras. Las llama las 5 disfunciones de un equipo:
- Falta de confianza → si no me fío de ti, no me muestro vulnerable ni pido ayuda.
- Miedo al conflicto → mejor callo lo que pienso para no liar una. Resultado: tensión oculta.
- Falta de compromiso → como no se habla todo, las decisiones se quedan a medias y no enganchan.
- Evasión de responsabilidades → si yo no me comprometo, tampoco me siento con fuerza para pedir cuentas a los demás.
- Falta de atención a los resultados → al final cada uno mira lo suyo, no lo del equipo.
Y aquí es donde el coaching de equipos marca la diferencia: ayuda a dar la vuelta a cada una de esas disfunciones, creando confianza, generando un conflicto sano (sí, discutir también une), comprometiendo de verdad, repartiendo responsabilidades y celebrando logros compartidos.
Mi experiencia en Adhara Toledo
Desde mayo estoy trabajando como coach de equipos en Adhara Toledo, en un proyecto para los Servicios Sociales de Castilla-La Mancha. Y te diré una cosa: acompañar a equipos que cada día están en primera línea, sosteniendo tantas realidades difíciles, está siendo un regalo.
Ahí las disfunciones de Lencioni se ven claritas: equipos que evitan conflictos por miedo a desgastarse más, personas que no piden ayuda porque creen que deben poder con todo, decisiones que cuestan comprometerse porque el día a día es un tsunami…
El coaching les da aire: un lugar donde parar, hablarse sin miedo, reconocer lo que ya hacen bien (que es mucho) y poner nombre a lo que duele. No les quita carga, pero sí les ayuda a sostenerla mejor, juntos.
¿Y para qué sirve de verdad?
- Para que los equipos dejen de ser “grupos de personas” y se conviertan en comunidades con propósito.
- Para que no se quede nadie atrás ni quemado.
- Para que trabajar juntos no sea solo “cumplir”, sino también crecer.
Al final, lo importante es esto: un equipo que aprende a confiar, a hablarse de verdad y a remar en la misma dirección… es capaz de llegar a sitios que de otra manera serían imposibles.
¿Te ha quedado más claro ahora?