El agotamiento que nadie ve (pero tú sí sientes)

Agotamiento emocional

Puede que estés funcionando. Que cada día cumplas con todo lo que se espera de ti: trabajo, casa, familia, listas infinitas de tareas. Desde fuera, todo parece estar bien. Pero por dentro… estás agotada.

No un cansancio físico que se pasa con dormir. Sino un agotamiento emocional que te pesa en el pecho, te apaga el brillo de los ojos y te hace vivir en modo supervivencia.

Y lo más duro de todo: nadie lo nota. Pero tú sí lo sientes.

¿Cómo se siente este agotamiento?

Este tipo de cansancio no siempre tiene nombre. A veces se cuela como mal humor, otras como desgana, y muchas como una sensación constante de estar “haciendo por hacer”.

Aquí van algunas señales de que estás agotada por dentro, aunque no lo parezcas:

  • Sientes que todo te cuesta más de lo normal. Hasta lo sencillo.
  • Te falta paciencia. Saltas a la mínima.
  • Te desconectas. Estás, pero no estás.
  • Ya no disfrutas de lo que antes sí.
  • Tienes la cabeza llena, pero el alma vacía.
  • Lloras por cualquier cosa (o ni eso… porque ni tiempo te das).

Este tipo de agotamiento emocional es cada vez más común, especialmente entre mujeres que viven en piloto automático, sosteniendo todo y a todos… menos a ellas mismas.

¿Quieres saber más sobre el agotamiento emocional? Este artículo te puede ayudar a identificarlo mejor.

¿Por qué nadie lo nota?

Porque sigues funcionando. Porque haces lo que tienes que hacer. Porque no se ve.

No tienes fiebre, ni muletas, ni una baja médica. Pero por dentro te estás cayendo a trozos.

Y como no se ve, nadie lo nombra. Nadie te pregunta si estás bien de verdad. Y tú tampoco lo haces. Porque sigues. Porque “no hay tiempo para parar”.

Pero tú sí lo sientes

Tú sabes que no estás bien. Lo notas cuando te levantas sin ganas. Cuando el día se te hace cuesta arriba desde que empieza. Cuando te sorprendes soñando con desaparecer un rato, solo para poder respirar en paz.

Y lo más cruel es que, aunque lo sabes, sigues.

Porque “no me da la vida”. Porque “ahora no puedo”. Porque “ya habrá tiempo para mí”.

Si esta frase te resuena, te invito a leer este otro artículo de mi blog:
👉 6 estrategias para gestionar el “no me da la vida para más”

Parar no es un lujo. Es urgente.

Sé que cuesta. Que el miedo a parar a veces es más grande que el cansancio. Porque si paras… ¿qué pasa con todo lo que sostienes? ¿Con todo lo que depende de ti?

Pero déjame decirte algo, aunque duela un poco:
Si tú te caes, todo lo demás también.

Parar no es rendirse. Es volver a ti. Es escucharte. Es dejar de vivir desde la exigencia y empezar a vivir desde la presencia.

¿Y ahora qué?

No necesitas hacer un retiro espiritual ni dejarlo todo para empezar a cuidarte. A veces, el primer paso es tan sencillo como reconocer que estás agotada y darte permiso para parar. Aunque sea 5 minutos. Aunque sea hoy.

Y si quieres que te acompañe en ese proceso, estoy aquí.

El día 14 de mayo comienza el lanzamiento de la tercera edición del Reto 20/20/20 PARAR ES URGENTE. 20 días de meditación, online y en directo de lunes a viernes, 20 minutos al día, por 20€, 1 € al día.

Porque esto no va de llegar a todo. Va de llegar a ti.

2 respuestas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.