CÓMO SILENCIAR A TU CRÍTICO INTERIOR

Todas lo tenemos. Esa voz que aparece cuando menos lo esperas y que tiene un máster en quitarnos las ganas. A veces habla bajito: “¿seguro que puedes con esto?”. Otras, grita: “¡ni lo intentes, no vales para eso!”.
Lo llamamos crítico interno. Esa especie de Pepito Grillo al que nadie invitó y que, sin embargo, parece tener siempre asiento en primera fila en nuestra cabeza.

¿De dónde sale esa voz?

El crítico interno no es casualidad. Es una mezcla de mensajes que hemos ido recogiendo a lo largo de la vida: lo que nos dijeron de niñas (“calladita estás más guapa”, “eso no es para ti”), lo que aprendimos observando a otros y las exigencias que nos ponemos solas porque queremos hacerlo todo perfecto.

El problema no es que exista —en pequeñas dosis puede ser útil, como una alarma que nos avisa—, sino que le hemos dejado demasiado espacio. Y entonces pasa lo de siempre: nos sabotea, nos paraliza o nos hace dudar de nosotras mismas justo cuando más necesitamos confiar.

Cómo reconocerlo

El crítico interno es hábil. Se disfraza de sentido común, de prudencia o incluso de “realismo”. Algunas de sus frases favoritas son:

  • “No eres suficiente”.
  • “Si fallas, quedará en evidencia”.
  • “Mejor no arriesgar, quédate como estás”.
  • “Las demás lo hacen mejor”.

¿Te suenan? Si alguna de estas frases ronda tu cabeza, ya sabes quién es el culpable.

¿Y qué podemos hacer con él?

Aquí no se trata de echarlo a patadas —porque cuanto más luchas, más fuerte se pone—, sino de ponerlo en su sitio. Te comparto algunas claves:

  1. Ponle nombre
    Sí, como si fuera un personaje. Cuanto más lo identifiques, menos poder tendrá sobre ti. “Ah, ya está Paco otra vez con sus historias…” (Puedes elegir un nombre divertido, que te haga sonreír cada vez que lo pilles en acción).
  2. Diferencia realidad de opinión
    Cuando escuches una frase tipo “no vas a poder”, pregúntate:
  • ¿Es un hecho comprobable?
  • ¿O es solo un juicio sin pruebas?
    La mayoría de las veces descubrirás que son opiniones disfrazadas de verdad.
  1. Responde con tu voz adulta
    No dejes que esa voz infantilice tus decisiones. Respóndele con calma:
  • “Gracias por tu preocupación, pero voy a intentarlo”.
  • “Sé que quieres protegerme, pero esto es importante para mí”.
    Se trata de negociar contigo misma en lugar de rendirte al miedo.
  1. Recuerda tus logros
    El crítico interno tiene memoria selectiva: olvida todo lo que ya conseguiste. Haz una lista de tus victorias (grandes y pequeñas) y tenla a mano. Cuando la voz aparezca, recuérdale quién eres y lo que ya lograste.
  2. Rodéate de voces que sumen
    A veces necesitamos contrapeso: personas que nos recuerden lo que valemos, que nos impulsen y nos devuelvan la confianza. Aquí el entorno es clave.

Un ejemplo real

Hace poco, acompañando a un grupo de mujeres, una de ellas compartió: “Siempre me digo que no estoy preparada… pero cuando miro atrás, veo que he sacado adelante cosas mucho más difíciles de lo que estoy viviendo ahora”.
Ese fue el punto de inflexión. No porque la voz desapareciera, sino porque decidió no darle la última palabra.

El silencio después del ruido

El crítico interno nunca se irá del todo (y quizá tampoco deba). Pero podemos aprender a escucharlo con distancia, sin creernos todo lo que dice. La diferencia está en quién lleva el timón: tu voz consciente, valiente y real, o esa vocecilla saboteadora.

La próxima vez que la escuches susurrar “no puedes”, respira hondo y dile:
“Mira bien, porque estoy a punto de demostrarte lo contrario”.

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